Han pasado casi dos siglos desde que Goya retratara con maestría el horror de la guerra, en dos lienzos cuyos temas centrales conmemoramos hoy y mañana: el levantamiento de los españoles contra los mamelucos aquel 2 de mayo de 1808, y la contundente respuesta de las tropas francesas a esta insurrección, que se saldó con cientos de madrileños fusilados.
Si hasta ese momento la guerra había sido reflejada en el arte como sinónimo de belleza y heroicidad, Goya será el primero en plasmarla con toda su crudeza, sin remilgos ni artificios.
Su enfermedad llenó su paleta de tonos oscuros y le condujo a recluirse en la Quinta del Sordo, donde produjo escenas cargadas de dramatismo y tenebrosidad, como "Aquelarre", "La romería de San Isidro", "Saturno devorando a su hijo" o "Duelo a garrotazos"; alegorías de la España de su tiempo, pintadas con esa pincelada suelta que más tarde imitarían los primeros impresionistas.

Pero no solo eso. Goya también fue un adelantado a su tiempo con sus colecciones de grabados.
"Los caprichos" son una crítica jocosa y afilada de la sociedad de finales del siglo XVIII, todo un antecedente de las viñetas que encontramos, hoy en día, en los diarios nacionales. No en vano iban acompañadas de una leyenda o sentencia, que facilitaba la comprensión del gran público.
"Los caprichos" son una crítica jocosa y afilada de la sociedad de finales del siglo XVIII, todo un antecedente de las viñetas que encontramos, hoy en día, en los diarios nacionales. No en vano iban acompañadas de una leyenda o sentencia, que facilitaba la comprensión del gran público.
Si el que ha sido considerado como el primer pintor moderno viviese ahora... ¿quiénes serían los protagonistas de sus grabados? Puede que no sea tan difícil de imaginar, teniendo en cuenta la situación en la que estamos inmersos, dominada por la posición privilegiada de unos pocos. Si él ponía en el disparador a la nobleza y al clero -especialmente al responsable de la Inquisición-, quizás ahora les sustituyan políticos corruptos y ladrones de traje y corbata, que son quienes han dejado a España como está.
Por otra parte -y hablando de corrupción...-, sigue en el trono la misma dinastía a la que, en su día, tanto criticó (no sin falta de razón).
Por otra parte -y hablando de corrupción...-, sigue en el trono la misma dinastía a la que, en su día, tanto criticó (no sin falta de razón).
Después de ver esta imagen de uno de sus grabados sólo queda decir que, definitivamente e incluso sin quererlo, Goya fue todo un visionario.
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