Opinión Información Contacto


Aprendiendo del error

No sé por qué inexplicable razón solo aprendo de verdad cuando yerro. Mi empatía para con los demás no siempre funciona como debiera, y termino por hacerle daño a quien más quiero, por sacrificarme por aquello que no merece la pena o por odiarme a mí misma.
.
A veces es necesario saber decir que no cuando algo no te apetece, cortar por lo sano sin remordimientos, pensar en tí y en tus preferencias en la vida, y nada más. Lo he aprendido más tarde de lo que me hubiera gustado, pero me aporta unas cuantas lecciones que, desde luego, necesitaba.
.
La vida es un terreno de juego en el que poner en práctica lo aprendido con el paso de los años y siento que cada día, poquito a poco, voy jugando mejor, aunque en ocasiones cueste sudor y lágrimas.
.
Por fin tengo claros mis objetivos, por fin sé qué es lo que quiero, y voy a emplear en ello todas mis fuerzas. Y, cuando llegue, podré mirar atrás y sentirme orgullosa de haber esculpido las piedras que se cruzaron en mi camino. Porque aprendo con el error. Pero aprendo.
.Vista de Oxford desde la Torre Carfax

.
"Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a tí mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan"
Paulo Coelho

Nuestro

La vida nunca dejará de sorprendernos. Sus días van cargando sobre nuestras espaldas demasiadas despedidas, lecciones que hubiéramos preferido no aprender pero que son imprescindibles, caminos que terminan, y que comienzan.

Divagamos sobre ello y sobre mil historias más desde mi rincón favorito, que ahora comparto contigo. Va cayendo la tarde, se hace de noche, vemos apagarse el puente y nosotros seguimos ahí.

Enredada en una marea de dudas, propias de mis años, me doy cuenta de que la decisión más importante ya la he tomado.

Ese rincón siempre será el nuestro.
.
.

Sobre el orgullo

A los dieciseis aprendí la inutilidad de una cosa que nos retuerce por dentro y nos maneja a su antojo, alejándonos muchas veces de aquello que perseguimos, mostrándonos -otras- como no somos o reflejando en nosotros comportamientos inmaduros o incluso maleducados.

Esa cosa es el orgullo y yo me prometí olvidarme de él a esa edad, precisamente por esta reflexión. Ello explica muchos de mis comportamientos y algunas de mis acciones que estoy segura que a los demás desconciertan y dejan, desde luego, sin su verdadera explicación.

Y es que lo que no tiene importancia o trascendencia se acaba olvidando, ignorando o apartando.

No gana quien sube más alto la cabeza, sino quien aprende la lección y olvida lo superfluo.
.
.
Portada de Santiago de los Caballeros, templo en que fue armado caballero el Cid Campeador


"Yo no estaba hecho de la fibra de los que perdonan las ofensas, pero siempre acababa por olvidarlas. Y alguno de los que creían que yo le detestaba no llegaba a creerse que yo le saludara con una amplia sonrisa. Entonces, según su naturaleza, admiraba mi grandeza de espíritu o despreciaba mi cobardía sin pensar que los motivos eran más sencillos: me había olvidado hasta de su nombre"
La Caída - Albert Camus

Una vida por instinto

A pesar de que el ser humano sea animal racional, existen ciertos individuos de la especie que se empeñan en volver a los orígenes y moverse básicamente por instinto.

De este modo nos encontramos con especímenes cuya vida se reduce a buscar a un igual que le proteja, cortejarle y, acto seguido, reproducirse.

Qué vida tan cómoda... y tan triste.

Existen dos tipos de personas

Existen dos tipos de personas: las que pasan por la vida destruyendo y las que viven construyendo, educando, ayudando a que el mundo avance. Ambas libran una pugna previsiblemente inacabable, pues los daños originados por las primeras son tan frecuentes y numerosos que no les dejan a las segundas tiempo para nada más que para repararlos en la medida de lo posible, sin oportunidad ni lugar para avanzar.

A ello se añade el hecho de que estropear, además de ser gratuito, es relativamente sencillo y rápido, mientras uqe la reparación requiere tiempo, dinero, y mucho esfuerzo (eso en el mejor de los casos, pues en otros tantos el daño es irreversible).

Buena muestra de ello es el testimonio que leí en un foro sobre animales discapacitados. Una chica daba a conocer la historia de un gatito abandonado, al que un niño había torturado con el pretexto de enseñar a sus amigos "cómo se matan los conejos". La gracia dejó al pobre animal con la columna rota, sin apenas movilidad y con posibles heridas internas.

Esta chica que le socorrió se dejó una importante cantidad de dinero (que seguro que no le sobraba) y tiempo en distintas clínicas veterinarias. Y, todo este esfuerzo, para que el gatito quedara, en el mejor de los casos, tal y como estaba en el momento en que el chaval decidìó empezar a divertirse.

No es justo que para que un cavernícola pase el rato tenga que pagar tanta gente con su dedicación, su tiempo y su dinero ganado a base de trabajo. Que el muchacho estuvo entretenido cinco minutos mientras que la recuperación del animalito llevó meses, mucha atención y mucho dinero.

Por cierto, la chica le hizo saber el caso a la Guardia Civil pero ellos prefirieron dejarlo estar, pues el niño pertenecía a una "familia conflictiva". En fin, sin comentarios...

¿Quién nos protege a los buenos en estos casos? ¿Quién está de nuestro lado?

Durante los siglos de andadura de la humanidad hemos conocido importantes avances técnicos, tecnológicos, nos hemos adaptado al entorno y hemos aprendido a extraer de él todos los recursos y comodidades. Y, sin embargo, existe un anacronismo total y absoluto de piel para adentro de muchas personas.

Parece mentira que en nuestro siglo todavía quede gente que para divertirse necesite darle golpes a un animal, correr delante de un toro desorientado, abrir un bicho en canal, cargarse papeleras, farolas o contenedores.

Que si esta gente dedicara ese mismo tiempo a ayudar a cualquiera que le necesitara o a formarse a sí misma como persona, estoy plenamente convencida de que la balanza del mundo comenzaría lentamente a moverse y los resultados serían totalmente positivos para toda la sociedad.

Pero, hasta que eso ocurra, lamentablemente no me queda otra que constatar que, en el año 2010, un importante porcentaje de la humanidad no ha avanzado más allá de lo que lo hicieron los hombres de las cavernas.
.
. Callejuela de Cordes-sur-Ciel, Francia