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Sobre el orgullo

A los dieciseis aprendí la inutilidad de una cosa que nos retuerce por dentro y nos maneja a su antojo, alejándonos muchas veces de aquello que perseguimos, mostrándonos -otras- como no somos o reflejando en nosotros comportamientos inmaduros o incluso maleducados.

Esa cosa es el orgullo y yo me prometí olvidarme de él a esa edad, precisamente por esta reflexión. Ello explica muchos de mis comportamientos y algunas de mis acciones que estoy segura que a los demás desconciertan y dejan, desde luego, sin su verdadera explicación.

Y es que lo que no tiene importancia o trascendencia se acaba olvidando, ignorando o apartando.

No gana quien sube más alto la cabeza, sino quien aprende la lección y olvida lo superfluo.
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Portada de Santiago de los Caballeros, templo en que fue armado caballero el Cid Campeador


"Yo no estaba hecho de la fibra de los que perdonan las ofensas, pero siempre acababa por olvidarlas. Y alguno de los que creían que yo le detestaba no llegaba a creerse que yo le saludara con una amplia sonrisa. Entonces, según su naturaleza, admiraba mi grandeza de espíritu o despreciaba mi cobardía sin pensar que los motivos eran más sencillos: me había olvidado hasta de su nombre"
La Caída - Albert Camus

Una vida por instinto

A pesar de que el ser humano sea animal racional, existen ciertos individuos de la especie que se empeñan en volver a los orígenes y moverse básicamente por instinto.

De este modo nos encontramos con especímenes cuya vida se reduce a buscar a un igual que le proteja, cortejarle y, acto seguido, reproducirse.

Qué vida tan cómoda... y tan triste.