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Existen dos tipos de personas

Existen dos tipos de personas: las que pasan por la vida destruyendo y las que viven construyendo, educando, ayudando a que el mundo avance. Ambas libran una pugna previsiblemente inacabable, pues los daños originados por las primeras son tan frecuentes y numerosos que no les dejan a las segundas tiempo para nada más que para repararlos en la medida de lo posible, sin oportunidad ni lugar para avanzar.

A ello se añade el hecho de que estropear, además de ser gratuito, es relativamente sencillo y rápido, mientras uqe la reparación requiere tiempo, dinero, y mucho esfuerzo (eso en el mejor de los casos, pues en otros tantos el daño es irreversible).

Buena muestra de ello es el testimonio que leí en un foro sobre animales discapacitados. Una chica daba a conocer la historia de un gatito abandonado, al que un niño había torturado con el pretexto de enseñar a sus amigos "cómo se matan los conejos". La gracia dejó al pobre animal con la columna rota, sin apenas movilidad y con posibles heridas internas.

Esta chica que le socorrió se dejó una importante cantidad de dinero (que seguro que no le sobraba) y tiempo en distintas clínicas veterinarias. Y, todo este esfuerzo, para que el gatito quedara, en el mejor de los casos, tal y como estaba en el momento en que el chaval decidìó empezar a divertirse.

No es justo que para que un cavernícola pase el rato tenga que pagar tanta gente con su dedicación, su tiempo y su dinero ganado a base de trabajo. Que el muchacho estuvo entretenido cinco minutos mientras que la recuperación del animalito llevó meses, mucha atención y mucho dinero.

Por cierto, la chica le hizo saber el caso a la Guardia Civil pero ellos prefirieron dejarlo estar, pues el niño pertenecía a una "familia conflictiva". En fin, sin comentarios...

¿Quién nos protege a los buenos en estos casos? ¿Quién está de nuestro lado?

Durante los siglos de andadura de la humanidad hemos conocido importantes avances técnicos, tecnológicos, nos hemos adaptado al entorno y hemos aprendido a extraer de él todos los recursos y comodidades. Y, sin embargo, existe un anacronismo total y absoluto de piel para adentro de muchas personas.

Parece mentira que en nuestro siglo todavía quede gente que para divertirse necesite darle golpes a un animal, correr delante de un toro desorientado, abrir un bicho en canal, cargarse papeleras, farolas o contenedores.

Que si esta gente dedicara ese mismo tiempo a ayudar a cualquiera que le necesitara o a formarse a sí misma como persona, estoy plenamente convencida de que la balanza del mundo comenzaría lentamente a moverse y los resultados serían totalmente positivos para toda la sociedad.

Pero, hasta que eso ocurra, lamentablemente no me queda otra que constatar que, en el año 2010, un importante porcentaje de la humanidad no ha avanzado más allá de lo que lo hicieron los hombres de las cavernas.
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. Callejuela de Cordes-sur-Ciel, Francia