Salgo descalza a la terraza a respirar un poco de aire y siento el calor del sol acumulado en las baldosas. Dante me sigue y se tumba a mis pies mientras miro el horizonte, tratando de ver más allá de árboles y colinas. Apartados del mundo en un pequeño ático, soñamos despiertos y dormidos.
Ésta es nuestra vida. Éstos son nuestros atardeceres, pintados de ilusiones y de esperanzas.
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